Año 480 antes de Cristo.  Un puñado de espartanos resiste el empuje de los ejércitos persas para  que el temible Jerjes no se haga con Europa. El paso de las Termópilas  se convierte en testigo de excepción de una de las batallas más  sangrientas y legendarias de la antigüedad.
Por  fin llega a España Sparta Ancient War, no sin infinidad de problemas.  El juego de World Forge desembarca en nuestro país bajo la distribución  de Fx Interactive, y rebautizado como Sparta: La Batalla de las  Termópilas.
Cuando en febrero de  este mismo año informábamos en un avance de las primeras informaciones  que teníamos sobre el título, parecía que podíamos estar ante un juego  sobresaliente en pleno apogeo de la estrategia en tiempo real. No  obstante llegado el momento de su lanzamiento nos encontramos ante un  título muy correcto en líneas generales y con algunos aspectos buenos,  pero que tiene algunos serios puntos en contra para acabar de cuajar  definitivamente. 
Espartanos, persas y egipcios
Encontramos tres campañas en Sparta, la de los propios espartanos así como las de egipcios y persas. Cada una de ellas cuenta con entre 8 y 9 misiones y tienen lugar en el, ahora famoso gracias a la película 300, periodo histórico en el que se enfrentaron Jerjes y Leónidas.
Espartanos, persas y egipcios
Encontramos tres campañas en Sparta, la de los propios espartanos así como las de egipcios y persas. Cada una de ellas cuenta con entre 8 y 9 misiones y tienen lugar en el, ahora famoso gracias a la película 300, periodo histórico en el que se enfrentaron Jerjes y Leónidas.

Vive  el legendario conflicto entre espartanos y persas con Sparta La Batalla  de las Termópilas. Lucha en el legendario desfiladero y cambia la  historia. 
No  hay nada esencialmente apasionante en estas tres campañas que rondan  las 7-8 horas de duración cada una, y son meros pretextos para hacernos  luchar a lo largo de un buen puñado de localizaciones con objetivos  realmente parecidos entre ellos.
La  historia que se nos cuenta en cada uno de los arcos argumentales viene  representada con toscas cinemáticas que emplean el motor gráfico del  programa. Lo cierto es que el engine de Sparta cumple con nota en su  tarea de juego de estrategia, pero con la cámara a ras del suelo y cerca  de los personajes fracasa estrepitosamente.
El género al que pertenece Sparta, más concretamente, es el de estrategia en tiempo real con gestión de recursos  y un muy poco profundo componente táctico. Los recursos en cuestión son  oro, madera y víveres que se obtienen como es lógico de la minería, la  tala de árboles y las granjas y oasis respectivamente. No hay mayores  problemas con los alimentos y la madera, pero la presencia del oro está  ciertamente restringida y convierte en prohibitiva la construcción de  muchas edificaciones, lo que nos obligará a ser muy selectivos con lo  que vamos a construir.
Los edificios  a erigir son los clásicos: palacios, granjas, cuarteles… Todo dentro de  la lógica del género, tan sólo hay un par de estructuras reseñables.  Destaca el Oráculo espartano que nos permitirá formar a las sibilas que  están dotadas de poderes mágicos, y los gimnasios que adiestran unidades  de apoyo y sirven para mejorar habilidades. En el bando persa sobresale  el templete ritual para adorar al dios Ahura Mazda, y mejorar las  disciplinas de sus guerreros. Los egipcios tienen los edificios más  rutinarios sin ninguno destacable; y aunque cada civilización tiene los  suyos propios, en esencia todas las construcciones cumplen idénticas  funciones con diferentes nombres y aspectos. El título cuenta con un multijugador basado únicamente en escaramuzas que se beneficia del correcto balance entre todas las facciones.
Guerras del Pasado – Juegos del Pasado 
Y aquí llegamos a uno de los principales problemas de Sparta, la eterna sensación de Déjà Vu que se tiene jugándolo; tanto teniéndolo en cuenta como unidad como comparándolo con el resto de videojuegos de su género de los últimos años. Su desarrollo derivativo puede mermar nuestra atención en el producto si necesitamos de retos diferentes y variados; y, además, La Batalla de las Termópilas no aporta ni un solo elemento que lo diferencie de cualquier otro título de estrategia histórica en tiempo real.
Y aquí llegamos a uno de los principales problemas de Sparta, la eterna sensación de Déjà Vu que se tiene jugándolo; tanto teniéndolo en cuenta como unidad como comparándolo con el resto de videojuegos de su género de los últimos años. Su desarrollo derivativo puede mermar nuestra atención en el producto si necesitamos de retos diferentes y variados; y, además, La Batalla de las Termópilas no aporta ni un solo elemento que lo diferencie de cualquier otro título de estrategia histórica en tiempo real.
El juego  cumple en su faceta de entretenimiento, y su jugabilidad es correcta  aunque sin ningún aspecto reseñable. Los escasos esfuerzos de Sparta por  innovar están relacionados con, por ejemplo, el combate naval  que bebe de algunas fuentes recientes como el notable Rise & Fall, y  que nos aporta un control diferenciado de la tripulación y de los  navíos, y que oferta también la posibilidad de abordar a los buques  enemigos.

El  control sobre las unidades resulta algo caótico y en ocasiones podemos  llegar a confundir nuestras tropas con las del enemigo. Un mayor pulido  en el manejo de los ejércitos hubiera hecho ganar muchos enteros a  Sparta. 
Por si fuera poco el escaso rigor táctico de  nuestras unidades será un auténtico problema a la hora de equiparlas con  unas armas concretas y tratar de que desempeñen unas funciones  específicas. Al principio nuestro espíritu voluntarioso hará que  tratemos de mantener las formaciones y que intentemos aprovechar las  bondades de nuestros soldados más especializados. En última instancia es  muy probable que acabemos optando por la “guerra desgaste”, el mayor  mal de los juegos de estrategia, y que consiste en acelerar las fases de  producción y enviar todo el ejército del que dispongamos de golpe y sin  ton ni son, para tratar de derrotar al enemigo con “cantidad” y no con  “calidad” u orden.
El último punto decepcionante de La Batalla de las Termópilas  es la brutal dificultad del título. Por defecto el juego ya nos  recomienda empezar las campañas en fácil –mala señal- y es que incluso  aquí puede haber misiones que se tornen desesperantes, y la curva de  aprendizaje resulta prácticamente inexistente.

Gráficamente  estamos ante un título notable con una buena optimización. Si bien las  unidades están algo desproporcionadas y las batallas suelen degenerar en  un auténtico caos de colores y tropas, el conjunto es muy solvente en  lo visual. Sin duda su mejor apartado. 
Muy Mejorado 
En el apartado tecnológico tenemos que destacar el hecho de que Fx traiga a nuestro país el juego directamente en su versión 1.2, que corrige buena parte de los problemas de rendimiento que acusaba la edición norteamericana del programa.
En el apartado tecnológico tenemos que destacar el hecho de que Fx traiga a nuestro país el juego directamente en su versión 1.2, que corrige buena parte de los problemas de rendimiento que acusaba la edición norteamericana del programa.
Sparta  La Batalla de las Termópilas tiene unos requerimientos técnicos más  razonables en su versión 1.2, y es un programa mucho más eficiente en su  manejo de los recursos de nuestro ordenador.
Por lo demás el motor gráfico  hace un buen trabajo en traernos unas unidades muy detalladas y unos  entornos muy resultones que, si bien a estas alturas no dejarán a nadie  boquiabierto, lo cierto es que hacen su trabajo con corrección y sin  estridencias.
Destacan algunos efectos  como el fuego y, sobre todo, el agua; y también sobresale el empleo de  las físicas, menos prominente de lo que se esperaba pero implementado a  fin de cuentas.
En lo sonoro el juego llega a nuestro país traducido y doblado  sin mayores problemas. No brilla ninguno de los apartados de audio,  pero todos ellos hacen su trabajo de forma razonable; como el resto de  facetas del juego.
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